martes, 14 de septiembre de 2010

Mágico momento reprimido inoscentemente

(para Adri)

Se fusionaron nuestras manos en un no sé de dónde venís recóndito en la oscuridad. Hurgué en el vómito de un no sé qué y comprendí que me mirabas jadeando y harta de mi impotencia para untar con mis manos tu piel clara.

¿Ansiosa? Sí, te temí. Tus empujones me hicieron caer del sendero y olvidé que estaba yo ahí por unos momentos hasta que te conocí. Había una tranquera, eso sé. Una tranquera donde aprisionamos nuestros besos empalagosos como de uras que no se despegan de su capullito por mucho tiempo. El vacío de la oscuridad secaba nuestras babas para evitar charcos donde podríamos ahogarnos por fin o alguna vez.

Luego vi sólo estrellas que emergían de tu soplo. La estela galáctica me hacía recordar que mis pies estaban aún en la tierra y ya no te querría más mientras no vuelva a haber en el camino una tranquera aterciopelada. Una tranquera que me remonte a esa magia y a esas estrellas locas que me sirvieron de excusa para tenerte una vez.