martes, 14 de septiembre de 2010

Mágico momento reprimido inoscentemente

(para Adri)

Se fusionaron nuestras manos en un no sé de dónde venís recóndito en la oscuridad. Hurgué en el vómito de un no sé qué y comprendí que me mirabas jadeando y harta de mi impotencia para untar con mis manos tu piel clara.

¿Ansiosa? Sí, te temí. Tus empujones me hicieron caer del sendero y olvidé que estaba yo ahí por unos momentos hasta que te conocí. Había una tranquera, eso sé. Una tranquera donde aprisionamos nuestros besos empalagosos como de uras que no se despegan de su capullito por mucho tiempo. El vacío de la oscuridad secaba nuestras babas para evitar charcos donde podríamos ahogarnos por fin o alguna vez.

Luego vi sólo estrellas que emergían de tu soplo. La estela galáctica me hacía recordar que mis pies estaban aún en la tierra y ya no te querría más mientras no vuelva a haber en el camino una tranquera aterciopelada. Una tranquera que me remonte a esa magia y a esas estrellas locas que me sirvieron de excusa para tenerte una vez.

domingo, 14 de marzo de 2010

Influenza

En esa caja de hojalata que nos cobija
te veo erguida en tu plano propio.
Esas desastrosas manos que te tocan
al pasar no son más que tunas
que te rozan vehementes.

Más arriba de ese torso tapado
por malditos tejidos
tu cuello emerge como
sagrado obelisco en el templo
de tu embeleso.

Pero, por desdichas de la suerte

de los desgraciados,
tu rostro se opaca por la austeridad
de un tabacopas insolente.

Es en ese bondi de hojalata
donde respiro,
donde te miran,
te traicionan, te engullen,
te envidian, te acosan,
te tocan, te violan
y te excitan
el lugar del querido virus
que se propaga para azotar
los cuerpos de las
criaturas hermosas.

¿Acaso no me podés dejar ver
un poco de ese rostro hermoso
que se esconde bajo un artificio
de la lucha contra las infecciones?

Enfermáte por mí, criatura,
que tu sensualidad no muere
si la influenza azota tu cuerpo
pues he de tenerte abrazada
entre mis sábanas
hasta contagiarme
para usar un tapabocas
como vos
y que nadie
pueda ver
mi rostro
pegado al tuyo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

La explotación

El factor tiempo

Para poder conseguir el pan y la leche que un hombre comió en un determinado día necesitó trabajar antes para obtener el dinero necesario. Es decir, se ajustó a las reglas del juego que apenas una minoría diminuta ha impuesto desde el principio en que los sumerios inventaron la moneda y desplazaron al trueque.

Empezando por el tiempo en que el hombre protagonizaba el día con la muerte de un animal para poder comer, resulta difícil definir cuál es la razón de vivir de un ser humano actual donde la presencia de metas y del desarrollo personal están por encima del sustento del presente, el cual es imposible evitar en el transcurso de un solo día.

Cuando un hombre se proyecta al futuro, la idea de la frustración está latente pero no visible dentro de la mente. No es posible descartar la idea siendo que la frustración conlleva a la razón de que el futuro propuesto ya en un determinado pasado no fue posible llevarlo a cabo. Por consiguiente, la idea de vivir el presente es más razonable e inmediata que levantarse en el día y pensar en lo que ocurriría mañana no sólo por ser incierto, sino por saber que todo depende de lo que se haga en un determinado presente, es decir, hoy.

El futuro es incierto y no existe porque en la incertidumbre se encuentra el vacío en el que una idea, incierta o no, se pierde porque su esencia es indeterminada o bien, tampoco existe. Si uno estudia en la universidad y en el día estudia lo que dio en el día y cumple con la elaboración de los trabajos, la idea del futuro estará latente pero nunca se cumplirá mientras el tiempo no decida detenerse. El tiempo, al final, termina definiendo el futuro pero el tiempo, al cabo de todo, es el que terminará venciendo a la incertidumbre aunque depender de que eso sea factible también es proyectarse a la incertidumbre del futuro. En este momento hablo de la posibilidad de que el tiempo pueda ser el alivio que encontramos en la poca noción que tenemos del futuro. Sin embargo, depender de ello sería el octavo pecado. Es como creer en Dios sin haber determinado su existencia. Por lo tanto, todo lo incierto no existe.



La mecánica organizacional

Actualmente, el ser humano carece de la suficiente noción de la proyección en el presente y su trascendencia por la culpa de las disposiciones morales que el capitalismo imperante ha impuesto a través de la globalización y el consumismo. Las metas sobran cuando la falta de tiempo es mayor pero esa esquizofrenia, oculta en la oquedad cerebral de los empresarios que alardean con el desarrollo del personal que, a la vez, les provee del dinero necesario para acumular su preciado capital, se percibe a simple vista a través de una mirada más profunda dejando de lado el egoísmo negativo demasiado humano. Tanto es así que el cúmulo de horas laborales ha aumentado en los últimos años teniendo en cuenta que, al principio, la máxima cantidad de horas laborales en cualquier empresa era de 8 horas. Hoy, las horas necesitan extenderse porque la tecnología ha superado la capacidad humana de trabajo que resulta casi imposible obligar al ser humano a que trabaje como una máquina programada. A pesar de ello termina siéndolo gracias a las capacitaciones ofrecidas por las empresas que manejan bancos de datos de personas en busca de trabajo. Estas empresas sólo se limitan a seleccionar y formar personas para la explotación de manera que la producción en la empresa crezca y el manager se engulla las ganancias que, lastimosamente, son incomparables con el salario que percibe cualquier persona que acaba de empezar a trabajar. Los ejecutivos sólo se limitarán, como dice Proudhon, a gozar de los frutos de trabajo sin realizar ninguna de las tareas del trabajo. La selección de personal, entonces, no es más que la búsqueda de personas súper poderosas que no piensan mientras trabajan. Esto hace de la rutina un asunto vital e inevitable en la cotidianeidad que, alejándolos del raciocinio y de la reflexión, termina hundiéndolos en la explotación. Los beneficiados sólo son una terrible minoría que piensa que los premios y aguinaldos harán la función de consuelo para sus empleados mientras la cultura del ser humano ya se ha perdido gracias al automatismo impuesto por más que, para el sector privado, la carencia de cultura tenga poco o nada que ver con el desarrollo personal. El dinero es lo que importa. Y el capital, claro. La rutina entonces impide a uno reflexionar pues eso es cosa de “filósofos lunáticos”.

domingo, 31 de enero de 2010

Complot interno. Flotando

Cuando emergés
en ese sin fin de voluptuosidades
me armo en un

c o m p l o t i n t e r n o …

Pienso y vacilo
al no saber si seguir
o no
pues en el mar de quimeras
que fluye
como el río del
sentimiento
la pasión se une
a un olvido despiadado.

Mártir de obsesiones;
mártir de voluptuosidades putas;
mártir de energúmenos
sentimientos convencionales
me apiado de mí
y me toco el corazón
para calmarlo
de una vez.

Soy el hijo de Babilonia
y clamo por el perdón
de mis fatales víctimas
posesivas y egoístas
mientras me precipito
en contradicciones
que me limitan a decirte
que todavía te tengo
en mi verga y en mi pecho,
a vos,
tan llena de odio
y de crimen
envuelta en un manto
que,

f l o t a n d o

ensalza tu
odiosa hermosura
para azotarme
con tus espinas
y dejarme abandonado
para siempre
devorado por un
sentimiento fatuo
que me hiciste
tragar como
los fluidos
de tu santo vientre.

Caos nocturno. Placer del tiempo

En psicológico crepúsculo
de quimeras insaciables
se extiende a lo lejos un manto estelar.
Mis ojos sólo ven oscuridad
en cuyo vacío infinito
fulgores muertos flotan traviesos.
Con tez luminosa y tardía,
entregándote al tiempo y al espacio,
dominás con puro candor
la grandilocuente soberbia del Sol.
Mas vos sólo te escondés en el atardecer
y tímidamente seducís a tus seguidores
para luego surgir en ese espacio
al que noche llaman
los odiosos hombres mañaneros.
Estás con el caos y el placer
porque tus senos se retuercen
entre estrellas mustias.
Tu juventud es eterna
y me eleva en la cumbre
de un éxtasis brioso.
Y si en verdad te apartás
del corazón ensangrentado
de alguien que te adora,
sólo cubrite de nubes negras
para que no veas cómo se vive
una muerte candorosa
de alguien que te extraña siempre
en las putas mañanas radiantes.

marzo de 2006

Sofía y la soledad

Más allá de la resignación de chuparle la vagina a la soledad, encontré que la posibilidad de trascenderla es escasa al igual que el tantra cuando le tenés delante a Pamela Anderson desnuda. Hasta ahora sólo enterré mis narices en el polvo de los libros y aprisioné a mi espíritu en las telarañas de las vigas de mi habitación. Buscarle un sentido se torna vicioso como para los existencialistas cuyos pensamientos florecen mejor con la soledad para criticar el sistema vital que mueve sus rumbos y no los dejan felices. De ahí a que prefiera eso es contradictorio porque en ningún momento lo he buscado. Tampoco me deprimo, afortunadamente. Estoy con la libido arrastrando desde hace kilómetros de tiempo que motivos para dudar de mi virilidad no tengo. Por supuesto que me encuentro en el vacío absoluto de la atención ajena pero encontrar consecuencia en los demás, un motivo de unión que permita una conexión, se hace cada vez más difícil gracias al egoísmo no virtuoso que tienen los demás. ¿Soy acaso un gran masturbador que se jacta del deseo ajeno hasta cumplir su acometido y volver después al dantesco mundo de mi habitación para abrirle las piernas a la soledad? No. No encuentro razón para satisfacer las búsquedas de placer de los demás. Sin embargo el rumbo de mi vida no puede descartar toda posibilidad. Me encuentro tan solo en ese insoportable deseo de querer follarme a una puta de Babilonia que las posibilidades me rozan el derecho para burlarse de mi fracaso y dejarme solo con Sofía y la soledad.